domingo, 28 de octubre de 2007

Foto "3"

No recuerdo si hacía frío, pero seguramente era una mañana fresca. Esperaba a Alfredo en el cruce de Sonora y Chapultepec, junto a una taquería cuya fachada siempre permanecerá en mi memoria como uno de esos objetos con los que se establece un vínculo de familiaridad a pesar de la falta de una historia “real” que la posibilite.

No esperé mucho. Su bicicleta era una herencia que hablaba de un “pionero” del ciclismo de montaña en Venezuela. Emprendimos el camino al centro sobre la recién inaugurada “ciclopista”. Cualquier cosa de la que pudiéramos conversar era bienvenida; hasta entonces nos unía una sincera declaración de buenas intenciones, debida, en buena medida a Nella, quien nos presentó a través de un blog en el que intentamos establecer un diálogo literario a distancia, tres venezonalos, un ecuatoriano y una mexicana.

La primera parada fue pocos metros después de la Glorieta de Insurgentes, justo frente a un parque que ocupa el lugar 18 del mosaico de fotografías verticales. Continuamos sobre Chapultepec hasta llegar al eje central, sobre el que seguimos en dirección a primer cuadro. A mitad de camino decidimos cruzar a la derecha y perdernos entre las calles del centro histórico.

En una calle que lleva al Teatro de las Vizcaínas encontré varias ventanas y balcones. Entonces, los recolectaba con la esperanza oculta que alguna de ellas se abriera y revelara la respuesta a las preguntas que ni siquiera había podido formular. En esa misma calle encontré la tercera foto del “mosaico vértical”: una puerta doble de madera, cerrada y obstaculizada por un coche azul.

He hecho un recorrido infructuoso por páginas de coches tras la pista del modelo. Me hubiese gustado dar una referencia exacta y con base en ella, elaborar una historia de aquel coche oculto en la penumbra que el árbol al costado de la puerta, concedió a la foto. Pero no lo he logrado, al menos no ahora; lo que me decepciona un poco, pues en el modelo de ese coche descansa la historia de esta foto que permanecerá encerrada en la preguntas que apenas me atrevo a hacerme sobre ella.

Alfredo y yo improvisamos el camino, guíados por las escenas que esperaban por nosotros. No recuerdo si desayunamos, no recuerdo dónde finalizó el recorrido, ni siquiera puedo recordar el camino de regreso, aunque seguramente nos despedimos en la misma esquina en la que nos encontramos.

1 comentario:

alfr3do dijo...

Estoy casi seguro de que fue más de un paseo, y también de que desayunamos. Yo también llevaba cámara, y en uno de los recorridos nos encontramos una demostración de lucha libre en el Zócalo. ¿Te acuerdas?

A ver si esto refresca tu memoria:

http://acorneroftheworld.blogspot.com/