jueves, 25 de septiembre de 2008

Diálogo (I)

silencio: Vamos. -Hizo una pausa carente del tono dramático acostumbrado-. Levántate. -Pero sólo se escuchó a sí mismo, seco-. Vamos, vamos, se te hace tarde y te esperan. -Nada. "Un último intento", se dijo, pero él respondió primero.
él: ¿Vamos? ¿A dónde vamos? Voy. Voy. Primera persona, singular. No llegarás a las escaleras. -Algunas gotas de lluvia resonaron en la habitación-. Además llueve.
silencio: ¿Llueve? ¿Y qué? No me vengas con pendejadas, levántate ya. Si pudiera te metería en la ducha y prepararía el desayuno, pero...
él: ¿Has notado que condicionaste tu acción? - Entonces despertaron, más coquetas que de costumbre, las sensaciones sin nombre de siempre y comenzaron a pellizcarlo guiadas por la misma compulsión hueca de todos los días-. No. No lo has notado. -Hizo una pausa que sin querer vistió al silencio con una fina y sutil tensión, delicada como el cristal, discreta sin lugar a dudas, pero insuficiente para hacerlo levantar. Continuó-. ¿A qué está sujeta tu acción? Es decir, inicias la oración con un “si” condicional, supongo que tus posibilidades de acción están sujetas, pero no termino de comprender a qué.
silencio: Sin duda hoy será un gran día.
él: Déjate de susceptibilidades y responde. ¿Qué sujeta tus posibilidades de meterme al baño?.
silencio: Sólo no puedo.
él: Bien. Entonces déjame dormir.

El reloj marcaba las 11:36 am. Decidió envolverlo todo asegurándose que nada lo molestara. Mucho tiempo atrás habían hecho un pacto cuyos términos seguían siendo confusos, pero hasta que él decidiera aclararlos, el resto de la casa debía permanecer inmóvil durante las horas que fuesen necesarias. “Cinco años de cansancio acumulado lo justifican”, solía decir. La cama lucía el cubrecama verde. En ocasiones podía pasar horas observándolo desde una de las sillas de la habitación. Le gustaba mantenerlo perfectamente extendido e identificar los pequeñísimos relieves que se ocultaban entre las franjas. Imaginaba que corría sobre kilómetros de cubrecama limpio y fresco, imaginaba que se tendía sobre él en algún lugar en el que finalmente podría descansar. Pero era sólo su imaginación y la repentina ausencia de silencio daba fe de ello.

Ahora, en este momento en el que sigue durmiendo, las almohadas no hacen nada, simplemente conservan su forma redondeada, evidencia del estoicismo inútil que las mantiene allí. La ropa, tirada sobre las sillas de la habitación, enfrenta un peligroso juego de equilibrio en el que los cinturones pierden con frecuencia. Las toallas desesperanzadas, comienzan a murmurar, dejando correr el rumor de un nuevo fracaso. En la cocina, el refrigerador, en desventaja por el paso de los años, lucha por mantenerse frío sin necesidad de encender el motor. No siempre lo logra, pero sin duda, hace su mejor esfuerzo. Y así, los utensilios de cocina, la mesa y las sillas, el sofá y los cojines, ceden ante el silencio.

silencio: 4:15 pm. -Pausa.- Me apena un poco esta situación.
él: Esta vez tampoco te concediste el matiz dramático.
silencio: Entonces estás despierto.
él: Desde hace una hora, creo.
silencio: ¿Por qué no levantarte?
él: Veo que no desistes.
silencio: Es mi trabajo. ¿Olvidas el pacto?
él: ¿No te sientes frustrado? -Imitando su acento- "Vamos", como te gusta decir, la verdad es que si te evaluaran por resultados, te hubiesen despedido hace un tiempo.
silencio: Quizá, pero bien sabes que no está en tus manos. -Hizo una pausa-. A menos que... -Se detuvo-. Tengo curiosidad, ¿cuáles serían tus criterios de evaluación? Vamos. Sólo un par, quizá mejoro mi desempeño.
él: No me interesa.
silencio: El cansancio, supongo. ¡Bendita excusa!
él: No, tu eres la excusa.

4 comentarios:

Aníbal Gauna P. dijo...

(sin acentos)
Me tomo la libertad de exponerte un 'punto de vista'.

Hace un tiempo que vengo preguntandome si es posible transformar los dolores, ansiedades, frustraciones, fracasos, desilusiones, darraigos, soledades, amarguras, limitaciones, y otras materias de humanidades, en algo positivo. Es decir, algo que no niegue sino que afirme, que no desgarre sino que articule, que no destruya sino que construya, etc. Tengo una conclusion, parcial, como toda conclusion: se puede. Hace no mucho hubiese dicho, asceticamente, que esto requiere un "trabajo" sobre uno mismo. Hoy, puedo decir un trabajo, lo mismo que un juego. Ambos.

Intelectualmente, es el paso de la pura critica de lo que hay -las materias de humanidades-, a la construccion de un 'punto de vista' alternativo a lo que hay. Expresivamente, diria que es el paso de la melancolia a la expresion positiva.

Si es que fuera deseable, ?podemos pasar de la expresion del intimismo a la comunicacion de una subjetividad articulada? Yo creo que los materiales para este arte estan presentes.

Ps. Me he leido varias cosas de tu blog. Todas me dejan ver una gran capacidad expresiva. Ya lo sabes, no son comentarios de un experto, sino de alquien que lee literaturas (no es un error, en plural) para establecer comunicaciones parciales.

César dijo...

completamente de acuerdo contigo. por eso necesito escribir, porque es la forma de encontrarme, plantearme nuevos puntos de vista sobre lo que sucede a mi alrededor, porque al fin es la forma que me encuentro, porque es la forma en la que mi "originalidad como individuo" se manifiesta.
con respecto al comentario de experto. Sinceramente en este momento me vale poco, ahora necesito saber que quienes me leen se comprometen con mis palabras, si piensan algo, si sienten algo, por difuso que pueda ser, entonces logré mi objetivo. no peco de ingenuo, es el fin de un blog, o no?
te mando un abrazo grande.
PD: a ver cuando escribes contando un poco de ti...

Naky Soto Parra dijo...

Leyendo la respuesta que le brindas a Aníbal y las imbrico, te diré que: para medir efectos bloggers, es absolutamente necesario que te asocies a redes, redes que diversifiquen tus audiencias y entonces se multiplican tus probabilidades de compromisos con terceros, con estos que te vamos leyendo.

Eso sí, me has dado una pista importante: de aquí te vas con algunos corotos; no sé cuáles, pero te vas a ir con unos corotos. Extrañé la mención de una tapara, un gurrufío o un pocillo. Vainas pues, corotos.

Un abrazo entre líneas,

alfr3do dijo...

Me gusta la idea de un diálogo con el silencio, y me fascina que el silencio haga pausas dramáticas. Abre muy bien, pero luego el primer diálogo hace que me pierda.

A veces me pasa algo cuando te leo. Creo que es un defecto de mi lectura más que de tu escritura, pero te lo tengo que comentar (¿para qué los comentarios si no?). Sobretodo en el primer párrafo de esta entrada, el diálogo, tengo que releer varias frases para entenderlo. Creo que el deber del escritor es ponérsela fácil a quien lee, sin simplificar demasiado el asunto. Te repito, seguramente es falta mía, lector inculto, o quizás es algo del medio. Lo que escribes de pronto merece un papel y no una pantalla, siento que la pantalla, sobretodo la del blog, tiende a "dejarse leer" más. Esta frase, por ejemplo, me resulta más complicada de lo necesario: "¿A qué está sujeta tu acción? Es decir, inicias la oración con un “si” condicional, supongo que tus posibilidades de acción están sujetas, pero no termino de comprender a qué." Suena muy intelectualoso, ¿no? ¿Son cosas mías? Quizás ese es sea "tono" de escritor... al fin, eres un tipo bohemio, jaja.

El segundo párrafo me gusta mucho. Muy ingenioso eso de que el silencio envuelva todo y trate de dejar al otro personaje dormir. Agarras buen ritmo. El tercer párrafo me gusta todavía más que el segundo. Me gusta que los "corotos", como dice Naky, comienzan a cobrar vida: los cinturones perdidos como serpientes deambulantes, las toallas, el motor del refrigerador. Dicen mucho esos detalles. Me recuerdan a una canción de Tom Waits, ebrio irremediable, en la que le dice que el borracho es su piano, no él.

El diálogo del cierre me gusta más que el primero. También creo que se podría "dejar leer" mejor, pero fluye más que el primero.

Felicades por haber retomado. Un gusto verte de vuelta por acá. ¡El medio tiempo ya va rindiendo frutos!