domingo, 21 de septiembre de 2008

Crónica del desarraigo (trabajo en proceso).

“Chau. Llamo cuando llegue”. Dio media vuelta, entregó el pasaporte, introdujo su bolso de mano en la máquina de rayos “x” y pasó bajo el detector de metales. Una vez del otro lado, tomó sus pertenencias. Miró una vez más a Jesús y Gisela. Alzó su mano e hizo un gesto de despedida. Dio media vuelta una vez más y ajustó el nudo de su garganta. Caminaba lentamente sin mirar atrás, tal como recordaba que su hermana había hecho casi tres años antes. Se concentró en cada paso, sujetándose a ellos con una firmeza que no descubriría hasta llegar a la suite de Horacio 1585. No estaba seguro de su decisión, pero era tarde para arrepentirse. Aún no decide hacerlo. “¿Arrepentirme de qué?”, se pregunta con estoica frecuencia. “El siguiente”. Avanzó y al girar la cabeza ya no los veía. Siguió adelante, concentrado en sus pasos, únicamente en sus pasos. El peso de su cuerpo se hizo evidente, no miraba adelante, no miraba atrás, sólo dirigía su atención a cada paso, a los New Balance azules. El futuro era incierto a pesar de sus esperanzas, así que decidió refugiarse en un eterno presente del que aún no sabe si salir. “A su izquierda podrán apreciar el Popocatepetl”, anunció el piloto, casi seis horas después.

4 comentarios:

Aníbal Gauna P. dijo...

el encantador retorno de lo reprimido-consciente.. agradezco que haya un espacio para lo reprimido-consciente, lo que siempre ha estado ahi, pero no oculto, sino al alcance de tu "mano"..

ni te molestes en buscarlo, me acabo de inventar el termino, por alguna razon se me parecio a lo que lei jejeje

rocio dijo...

Qué cosa es identificarnos en las líneas que escriben los otros ¿No? Te leo y pienso... esos New Balance azules los calzaste tú, los calcé yo, los calzó mi hermano, mi hermana, tu hermano, tu hermana... los calzaron tantos y tantos jóvenes venezolanos que nos fuimos con la imagen de nuestros Jesuses y nuestras Giselas brillando en el corazón, siempre sonriéndonos, causándonos una y otra vez ese eterno nudo en la garganta que te ajustaste al partir. Muy lindo, César. Qué bueno es saber que viene más.

Un beso,

R.

Ana T Stafford dijo...

Como son las cosas, ayer se cumplieron siete años de mi partida. Mi familia, mis amigos del alma nos dijeron adios a mi ya mi bebe. Valentinita abrazada de su cobijita feliz de la nueva aventura. Ayer pense mucho en ustedes: comiendo en casa de Cesar; las noches en la Miranda tratando de terminar los informes de sociologia rural (Anibal tratando de mantenerme despierta con ocho meses de embarazo, jeje); las horas que pasamos volviendonos locos con Marx; Cesar cambiando pañales a Valentina. Un abrazo y sigue escribiendo reprimido consciente

Naky Soto Parra dijo...

Cuando terminé de terminar con L. mi sensación fue muy parecida. Primero recoger a la desdoblada que me permitió hablar y ver la conversación con él, tú sabes, anfitriona e invitada; y luego, caminar diciéndome : eso es, eso era, eso fue, ya está, deja la vaina, todavía no llores, sigue que ahora es que falta, dale pues, no pasa nada, sigue Naky, sigue...

Leyendo igual se me anudó la garganta ¿se vale, no?